Manuela Vellés es alegre, fresca, e irradia juventud.

La española Manuela Vellés compartió roles en “Las siete muertes” con los dominicanos Frank Perozo, Celinés Toribio y Gabriel Tineo, entre otros

SANTO DOMINGO. Manuela Vellés es alegre, fresca, e irradia juventud. Pero cuando un papel se lo exige puede mostrarse sombría, psicótica y frágil, como la Clara de Las siete muertes, co-producción hispano-domínico-mexicana, que inauguró antenoche el Festival Internacional de Cine de Fine Arts.
—Le acabamos de ver en “Infames”, serial mexicano, junto a Miguel Angel Muñoz. ¿Fue por falta de trabajo en España?
No, no. Es que me encanta viajar y trabajar fuera de España. Era la oportunidad de pasar un tiempo en México y abrir mercados. Conocí a Argos Televisión por la serie Capadocia para HBO, contacté con ellos, me ofrecieron un personaje de una española, no tenía que hablar en mexicano -hombre, también me hubiera divertido con lo del acento mexicano–, que ahora intento con otros proyectos, pero en su momento era la gracia de pasar un tiempo fuera. Hombre, rodábamos como 25 escenas al día. Yo pasé pánico porque pensé que no podría, pero la memoria es un músculo... y ahí salía todo.
—Muchos pensaron que Miguel Angel Muñoz era su pareja y por eso había venido a México...
Bueno, eso influyó también, porque pasamos un tiempo juntos aquí. Sí.
—¿Cómo selecciona sus papeles?
Bueno, en realidad yo me visualizo haciéndolos y pienso si me lo voy a pasar bien o no. (Ríe). Que pasarla bien no significa que sea todo... Porque a mí me gusta el drama, me gusta mucho la acción, me gustan mucho los retos. Cuanto más difícil más lo disfruto. O sea que pasarla bien no significa que todo sea un camino de rosas, sino todo lo contrario muchas veces. Y bueno, generalmente, que sean los personajes. Por supuesto, la historia y lo que quiere contar esa historia, y las ideas que va a transmitir al espectador. Y luego, me gustan mucho las mujeres que tienen contradicciones, y son fuertes, y superan sus miedos. He hecho muchas mujeres que han sufrido, pero que al final todo lo que les da miedo, se enfrenta y luchan. Creo que es importante para mí contar eso: que hay que luchar aunque haya situaciones adversas.
—¿Fue Caótica Ana un rol muy difícil?
Fue mi primera película, tenía 18 años, no había estudiado todavía nada de interpretación. Fui jugando a hacer audiciones y de repente me escogieron y dije ¡Ay, qué susto! (Ríe). Pero bueno, Julio Medem es un director fantástico, era una producción muy grande. El me preparó mucho. Estuvimos ensayando mucho tiempo, el rodaje era de tres meses. Un rodaje muy largo. Era de estas producciones de hace años, que había todavía bastante dinero. Y lo viví un poco como un juego porque era muy joven y nunca había trabajado. Entonces me lo tomé como un juego. Y en realidad lo es un poco para mí, trabajar es jugar. Pero no sentía la presión de responsabilidad, de nada. Ni sabía la repercusión que podía tener una película para la gente. Y la disfruté mucho. Tuvimos viajes, en Ibiza, en Fuenteventura, en Nueva York, en Arizona. Me salió un viaje personal muy grande también.
—“Camino” es basada en el libro de Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. ¿Es Ud. una persona muy espiritual?
El tema de la religión yo lo dejaba aparte. recuerdo que me preguntaban mi opinión acerca del Opus Dei, y yo no me metía. Yo interpretaba un papel y no tenía que decir lo que opino al respecto. Me pareció muy interesante. Yo era una numeraria, una devota absoluta, una chica muy joven -bueno, también el Opus Dei está muy cerca de mi vida- y era una cosa que me tocaba por un lado y por otro tener una hermana con un cáncer terminal. Javier Frezer, que es un director de muchas comedias, nos hacía sentir como si estuviéramos en una comedia realmente. Teníamos el drama ahí a diario. Y me di cuenta del drama que era cuando vi la peli.
—Secuestrados (2010) también es intensa. ¿Le gustan las películas reflexivas, densas, o las intensas y movidas?
Me gusta mucho la acción. Secuestrados la pasé muy bien. Me divierte mucho las peleas, correr, gritar ¡ahí hay una cosa que me libera! Como espectadora me gusta mucho el drama. Reconozco que me gusta interpretar dramas porque es lo que más me gusta ver. También me gusta la variedad, la comedia, el cine fantástico. Me divierte cambiar, y lo distinto.
—¿Qué te aportó Gerardo Herrero en Las siete muertes?
Pues mira, Gerardo todo lo que decía tenía razón. Su criterio del cine y de lo que ve, quizás a veces para explicarlo o para dirigir como cosas concretas era menos concreto, pero él quería verlo. Y si yo lo hacía de manera creíble y le parecía bien, estaba bien. Y si él me decía que no parecía creíble y que ahí algo, que tal... tenía razón. Y en eso me sentía cómoda, porque como actriz necesito que alguien lo vea desde fuera. Yo no sé lo que estoy haciendo. Yo lo intento vivir y me puedo equivocar. Muchas veces me equivocaba, otras acertaba. Pero tener sus ojos, vale, era que si él decía que está bien, y si decía que no, pues no lo está.
—¿Qué director desea que le llame?
Todos. Absolutamente todos (Ríe).
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