Construcciones ilegales, un riesgo ante sismo de gran magnitud

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Diariamente, los técnicos de Obras Públicas detectan alrededor de diez y doce construcciones ilegales en la Capital. Por Kirsis Díaz
Desde el terremoto en Haití de magnitud 7.3 ocurrido en 2010, y causante de miles de muertos en ese país, en República Dominicana se han producido 5,341 movimientos telúricos, de los cuales unos 124 alcanzaron 4 y 5 grados, y los más recientes han generado pánico en algunos ciudadanos.
“¡Fue muy, pero muy fuerte. Movió todo aquí en Dajabón, la gente, escandalizada pensó que se había repetido aquel caos de Haití!”, expresó Jorge Báez, al referirse al primer temblor de tierra de este año, magnitud 4.6, que el dos de enero sacudió varias localidades del norte y noroeste del país.
Desde noviembre pasado, en el territorio nacional han ocurrido varios temblores de tierra y réplicas, que obligan a cuestionar nuevamente cuánto hemos avanzado en prevención en el sector construcción, uno de los que representa mayores amenazas para la vida en estos casos.
Tras el terremoto de Haití, el Estado dominicano emitió el reglamento 201-11 para el análisis y diseño sísmico de estructuras en el lado dominicano. A partir de esta ordenanza, toda edificación que se erigiera en el país debía estar preparada para resistir los efectos de movimientos telúricos. Sin embargo, al parecer esta orden no se ha cumplido a cabalidad.
Eugenio Polanco, director del Centro Nacional de Sismología, explica que el problema de República Dominicana continúan siendo las construcciones pequeñas que se hacen en los barrios sin supervisión de las autoridades del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), así como la falta de seguimiento a las grandes edificaciones, donde “muchas veces se diseña una cosa y se construye otra”.
“Confiamos mucho en la ética del que construye la obra, y es delicado, porque el dueño de la obra siempre quiere abaratarla, y eso puede implicar reducir la seguridad de la misma frente a los terremotos”, precisó Polanco, quien considera que en el país se hace necesario buscar mecanismos que garanticen que las obras se hagan dentro del marco legal.
De acuerdo con registros administrativos del Departamento de Tramitación de Planos del MOPC indicados en el documento Dominicana en Cifras, desde 2010 hasta junio de 2015, en el país se han emitido unos 4,330 permisos para la construcción del sector privado, que según el director de Edificaciones de esa institución, Milton Torres, son obras que resisten un sismo de gran magnitud.
“Las edificaciones a las que nosotros emitimos licencia están avaladas por una revisión técnica que tiene que cumplir necesariamente con el código de construcción que tenemos”, resaltó Torres a Diario Libre.
Sin embargo, el funcionario admite que no existe el mismo control con todas las edificaciones. Citó el ejemplo de las cimentaciones que se levantan en sectores de escasos recursos, donde por lo regular se construye sin notificar a esa institución.
“Las construcciones ilegales proliferan en todo el país, y evidentemente que sobre aquellas que no hemos podido revisar no tenemos ningún control, y son múltiples”, indicó.
Especificó que diariamente los técnicos de esa entidad les reportan alrededor de diez y doce construcciones ilegales en la capital, lo que representa unas 300 por mes.
“Esto es más común en los sectores humildes porque construyen con cualquiera, con el que le salga más barato”, apuntó, y llamó a los ciudadanos a reportar las construcciones que realizan a fin de lograr un control y evitar muertes ante eventos sísmicos fuertes.
Lugares más vulnerables
Dentro de los lugares más vulnerables ante un eventual sismo de gran intensidad se encuentra Santo Domingo, con una población de más de dos millones de habitantes, y donde para 2010 habían unas 661,583 viviendas. En esta zona, los puntos más susceptibles a desastres son los sectores donde residen personas humildes, porque no siguen los códigos de construcción, destaca Polanco.
“Esos lugares son multipoblados, y eso es vulnerabilidad, porque implica que si ocurre un evento significativo vamos a tener desgracias grandes. También hay que tomar en cuenta las reglamentaciones de la construcción desde cuando se comienza a utilizar en el país”, argumentó.
Al no ser una ciudad planificada hasta en las zonas de grandes edificaciones existen dificultades, agrega, porque no hay vías de acceso.
Asimismo el Cibao, especialmente Santiago, se suman varios elementos para considerarlo zona vulnerable. En una investigación que será dada a conocer más adelante, Sismología adelantó que han encontrado muchos pueblos del Cibao con amplificaciones de ondas sísmicas, lo que lo convierte en lugares peligrosos por la calidad del suelo.
“En la parte sur del territorio nacional, como Santo Domingo, las rocas son más compactas que hacia la zona norte, pero en esta última, las ondas sísmicas se amplifican en sus rocas blandas y contribuye a aumentar la amenazas”, puntualizó.
San Francisco de Macorís, dijo, es otra ciudad que desde el punto de vista geológico es una zona peligrosa. Tanto ésta, como Nagua, son lugares que a juicio de Polanco, deben ser estudiados en detalle.
En adición a los suelos blandos que producen amplificación de las ondas sísmicas, en el norte del país se encuentra la falla septentrional que pasa al norte de Santiago y que según científicos puede generar un evento importante en cualquier momento.
“Hemos estudiado el comportamiento de las ondas en el país y uno de los hallazgos es que los eventos que se producen en el sur, impactan más en el norte que uno del norte en el sur, y es por la característica del suelo”, sostuvo.
En las rocas compactas, las ondas sísmicas pasan fácil porque se mueven a alta velocidad, mientras que en las rocas blandas, la velocidad baja y suele haber amplificaciones de ondas y de ahí se produce el impacto.
Zonas con más eventos
Conforme a los registros sísmicos, los eventos ocurren con mayor frecuencia en la zona Este del país y el Canal de la Mona. “En la parte Este, además de ocurrir muchos eventos se encuentran los más profundos, eso a consecuencia de que la Placa Norteamericana ha penetrado bastante por debajo de la Placa del Caribe.

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